Si como sociedad navegamos hacia una población más longeva y con una satisfactoria calidad de vida, si la transformación digital está revolucionando las competencias necesarias para desarrollar en cualquier tipo de puesto, si necesitamos actualizar de forma constante nuestros conocimientos, fundamentalmente en competencias digitales y otorgar prioridad al desarrollo de nuestras soft skills, pues son la esencia para promover el cambio, la adaptación, la resiliencia y la imaginación necesarias para que evolucionen los modelos organizativos, considero que tenemos una agenda muy apretada en los próximos años para la implementación de programas, acciones y planteamientos que activen y dirijan a nuestro talento sénior hacia su empleabilidad.

Ahora bien, ¿cómo distribuimos esta responsabilidad?, ¿a quién corresponde realmente?

Entendemos por empleabilidad la capacidad para mantener o crear nuestras circunstancias profesionales basadas en nuestro talento, por lo que somos artífices y responsables de nuestra carrera profesional y del valor que podemos aportar con lo que sabemos hacer.

Podemos decidir en qué compañías, en qué proyectos, cuánto tiempo y qué tipo de colaboración queremos establecer.

En este sentido, corresponde a cada uno de nosotros la responsabilidad de impulsar la proactividad necesaria para trazar la hoja de ruta que nos garantice una actualización constante, manteniendo nuestra mente abierta a la curiosidad y siendo conscientes de que el entorno se caracteriza por el cambio y la evolución constantes, que generan múltiples formas de aportar valor a las compañías, más allá de los modelos tradicionales que hasta ahora han vinculado oferta y demanda laboral.

Pensemos que hoy en día se valora a los profesionales no tanto por lo que saben o sus años de experiencia anterior como por la capacidad de aprender, aplicar y adaptar dichas capacidades en un mundo que cada 73 días duplica sus conocimientos. La clave está en aportar valor, independientemente del tiempo, lugar, canal o relación contractual.

En palabras de Satya Nadella, CEO de Microsoft,

«don’t be a know-it-all, be a learn-it-all».

En este sentido, Peter Drucker apuntaba ya en 1999 que «el éxito en la economía del conocimiento parte de aquellos que se conocen a sí mismos, sus fortalezas, sus valores y saben cómo pueden mejorar.

Necesitamos aprender a gestionarnos a nosotros mismos. Necesitamos aprender a desarrollarnos y ubicarnos allí donde podemos contribuir de una mejor manera», por lo que no solo el aprendizaje debemos contemplarlo hacia fuera, sino que en nuestro desarrollo personal, la mirada hacia adentro ha de ser la piedra angular también de nuestro plan integral de entrenamiento personal.

En el Foro Económico de Davos de enero de este año, se presentó el estudio «La revolución de las competencias 2.0», en el que se indicaban las más demandadas para nuestro mercado laboral, que son: la resolución de problemas complejos, el pensamiento crítico, la creatividad, la gestión de equipos, la coordinación con otros, la inteligencia emocional, el juicio y la toma de decisiones, la orientación al servicio, la comunicación y la flexibilidad cognitiva, la capacidad de generar vínculos con las personas y de comprender el comportamiento humano.

 

Talento sénior: un valor que cotiza al alza

Fundamentalmente hablamos de competencias soft o transversales para cualquier puesto o empresa, tanto actual como futuro, y su desarrollo supone necesariamente iniciar un viaje de autoconocimiento y autodescubrimiento personal que se cimienta sobre la toma de conciencia de unos valores sólidos.

Considero que el plan de desarrollo orientado a la empleabilidad y aprendibilidad no entiende de edades, sino que pone el foco en nuestra condición más humanista, en nuestros valores, nuestros modelos mentales y nuestra esencia; en definitiva, en nuestro verdadero ser.

En mi opinión, los tres ejes que adquieren protagonismo para impulsar el talento sénior como palanca de capital social y corresponsabilidad son:

  1. La toma de conciencia de la responsabilidad individual.
  2.  Las organizaciones evolucionadas que favorecen los nuevos marcos de trabajo.
  3. El compromiso con los valores sociales.

Para conocer en detalle estos tres ejes, te recomiendo leer el artículo completo «Talento Senior: Un valor que cotiza al alza»-Esic Business & Martiketing School