El momento que estamos viviendo presenta diversas características que le confieren una peculiaridad única como su inquietante novedad, lo cual supone que todos nos situamos en el mismo lugar frente a él, pues asumimos desde la honestidad consciente que no sabemos, que no tenemos referencia en la que apoyarnos.
Su aceptable igualdad ha impactado a toda la especie humana sin distinciones económicas, territoriales o étnicas. Sus dimensiones globales han supuesto una paralización completa del planeta y un objetivo común mundial frente a un enemigo invisible e imperceptible.
Y lo más importante, al menos para mí, es que por primera vez el mundo al completo comparte el valor de la gratitud, la compasión, la empatía, la unión y la solidaridad en la medida de lo posible.
Ante este llamativo escenario, creo que tenemos la gran responsabilidad de «hacer algo» con esto que nos está pasando para que nuestro modelo cultural evolucione no solo en las organizaciones, sino también que desde ellas impacte en una nueva sociedad y, por lo tanto, en la construcción de un nuevo mundo en el que esos valores sean el lenguaje común y compartido, casi un himno o una nueva identidad.
Se trata de un momento único en el que las posibilidades de aprendizaje desde la humildad del aprendiz son infinitas y nos permiten ampliar nuestra capacidad de compartir conocimiento, colaborar, generar nuevas experiencias y potenciar un sentimiento de unidad y un objetivo compartido inédito, pues en general el mundo se muestra receptivo ante la ausencia de reglas o manuales.
No tenemos referencias, estamos libres de prejuicios, nuestra mente está abierta a lo nuevo y, por eso, esta es la mejor situación para crear, innovar y arriesgar.
En el año 2007 el autor libanés Nassim Taleb formuló la teoría del cisne negro, con la que identificaba hechos improbables, inusuales e imprevisibles que nos obligan a replantearnos y cuestionarnos nuestro mundo. Lehman Brothers, la Gran Recesión o el Brexit son fieles ejemplos de su teoría.
Según Taleb, «el pasado no puede usarse para predecir el futuro» y hoy, en este mismo momento, no puede ser más acertada su afirmación. Estamos viviendo con plena consciencia lo que supone en todas las esferas atravesar un cisne negro de esta magnitud: social, económico, político, tecnológico, ético, personal, demográfico, ambiental o legal.
Los modelos aplicados a cualquier situación pasada quizás no son aplicables a este momento, que se caracteriza precisamente por evidenciar ciertos paradigmas a los que les ha llegado el momento de evolucionar. Mucho se ha escrito sobre el cambio, su gestión optimizada, sus fases y metodologías; sin embargo, creo que estamos ante una oportunidad única para llevar a cabo una evolución que favorezca un salto cualitativo o incluso cuántico en la dirección de las organizaciones y en su cultura.
En palabras de John Kotter, «para cambiar la cultura, tenemos que transformar la organización» y para ello debemos observar todo, comenzando por el entorno.
Estamos ante una excelente oportunidad para llevar a cabo cambios evolutivos y generativos y dejar atrás los remediativos. Si se realizan estos últimos, tras este periodo, con total seguridad volveremos a la misma realidad que quedó congelada; nada habrá evolucionado, nada habrá cambiado y seguiremos con nuestra vida, pero con un inusual capítulo vivido que contar a las siguientes generaciones.
- El cambio remediativo opera en la acción-reacción: el aprendizaje es limitado, ya que su gestión tiene un 80% de mirada retrospectiva (lo que me ha funcionado hasta aquí) y un 20% de mirada presente (pisar sobre seguro). Se centra en controlar que no se produzcan los mismos errores, obviando la mejora continua necesaria; es ponerse una venda en los ojos para poder seguir en el mismo lugar, sin asumir riesgos innecesarios y preparados para reaccionar en vez de responder.
- Los cambios generativos favorecen la revisión de nuestro modelo de creencias —lo que nos permite comportarnos de la forma en la que lo hacemos— y de nuestro modelo de valores —lo que es verdaderamente importante y fundamental para nosotros—.
En este momento, muchos de esos paradigmas están siendo cuestionados en las organizaciones, y sólo aquellas organizaciones que se muestren «despiertas» y receptivas a evolucionar y adoptar una mentalidad de crecimiento (growth mindset) se beneficiarán de las numerosas oportunidades que esos cambios propician.
¿Qué cambios nos esperan tras la inminente transformación organizacional?
Si quieres conocer algunos estos cambios sigue leyendo el artículo original en
Leer artículo completo “La inminente transformación organizacional a la que el entorno nos conduce: un viaje de evolución natural” – Rethink by ESIC
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